Hace apenas dos semanas más o menos comí conejo. Aunque yo no lo guiso, me gustó con esa salsa roja que llevaba papas. De acuerdo con la trofología, no debe consumirse papas (fécula) con proteínas (carne, en este caso), así que yo las omití, así como la salsa (Lezaeta les llama caldos cadavéricos).
Así que yo puse la carne directo sobre una cama de verduras picadas, que ya va siendo clásica en mis comidas. Esta base llevaba apio, pepino, berenjena y calabacín, en cubos pequeños, y aparte maceré en limón cebolla morada y chile de árbol fresco. ¡Me encanta esta conjugación de sabores y lo crujiente de cada bocado!
(Anoche, por debilidad, cené lasagna, ración y media, de atún y llevaba queso. Otra vez tuve que padecer esa sensación de boca pastosa que queda al comer cosas tan cocidas. Falté a la indicación de la sobriedad en las comidas.)
1 comentario:
mmmmmm, se ve rico! Y muy buena idea el compartir esta experiencia culinaria y de bienestar, felicidades!
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